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terça-feira, 27 de setembro de 2011
Saturno y la Figura Paterna
Padre hoy se representa en todos los anuncios de televisión como el hombre amigo, que juega con los niños, que participa, ríe juntos, crece juntos. Pero esta es una representación reciente de la figura paterna. No siempre fue así. A lo largo de casi todo el siglo XX, la imagen del padre estuvo asociada con la provisión financiera, con la estructura, con el límite, con el rigor. Papa era aquel que no era cuestionado, que era obedecido, que salía por la mañana a trabajar y volvía a casa a la noche, cuando la casa y los niños ya habían sido atendidos durante todo el día por la madre. La madre cuidaba, el padre establecía los límites. ¿Quién nunca ha oído (y temido) la frase: "Si no me obedecen, ¡se lo diré a su padre!"?
Padre siempre ha sido asociado, también -y sigue siendo-, a la reputación: al nacer como "hijo de", recibimos un apellido, el de nuestro padre, y todo lo que viene con él, todo lo que ha sido construido por aquel clan, materialmente o no. No es por casualidad que hasta hace poco era el padre quien debía registrar al hijo en la escribanía. Era su palabra que declaraba la paternidad del niño. La maternidad nunca fue discutida, siempre fue obvia debido al embarazo y al parto, pero la paternidad siempre fue un tema sensible a discusión. Acá también encontramos otra asociación respeto a la figura del padre: es algo externo a nosotros. Con la madre, hay una relación visceral de muchas maneras: hemos nacido de ella, somos el fruto de su vientre. Ya en relación a la paternidad, hasta el reciente adviento del estudio de ADN, no era posible demostrar vínculo entre padre e hijo que fuera más allá de la comparación entre rasgos faciales, y de la palabra de la madre.
De alguna manera, el padre siempre estuvo asociado también, directa o indirectamente, a poder: al darnos un apellido, él determina cuál será nuestro papel en el mundo y, por lo tanto, que poder tendremos o no sobre él, cual será nuestra posición social. En el pasado, eso determinaba si seríamos esclavos o señores feudales, aristócratas o plebeyos. Y hoy no es diferente: hay apellidos que por si solo abren muchas puertas, y otros que las cierra.
Con el nombre del padre venía -y viene- una serie de adjetivos y condiciones de vida que deben de ser respetados por aquellos que lo reciben, por el que ha nacido bajo ese "destino". Y aquí encontramos otro significado de la figura del padre, relacionada a la herencia, a los lazos de sangre: el destino. Según el padre que tenemos, queda determinado en la esfera social y política nuestro destino.
Todas las palabras tan ampliamente asociadas a la figura del padre desde hace décadas - autoridad, futuro, destino, reputación, posición social, seguridad, estructura, provisión, rigor, ley - son también palabras asociadas en la astrología a Saturno / Capricornio, e inmediatamente se relacionan con los significados representados por la Casa 10 en la carta. No fue sino hasta el final del siglo XX, el comienzo del siglo XXI, que nos encontramos con una representación social más amable, generosa, participativa y equitativa de la figura del padre. Una figura, en términos astrológicos, más... Jupiteriana.
No fue sino hasta mediados del siglo XX, cuando la Psicología y sus muchas escuelas comenzaron a cobrar impulso en Europa y las Américas, que las relaciones familiares y su impacto en la constitución de la personalidad del individuo se convirtió en algo de interés de la mayoría. Con la inclusión de la Psicología como una disciplina nueva en nuestra vida cotidiana, autores como Freud y Lacan comenzaron a observar y explicar la relación con la figura del padre desde muchos ángulos, identificando indicadores de su influencia sobre la naturaleza de cada uno. Lacan, elaborando lecturas de Freud, describió al padre, sobretodo, como aquel individuo que se separa al niño de la madre, que pone una barrera para el deseo inconsciente materno de que el niño sea suyo, y también impone una barrera para el deseo inconsciente del niño de ser "dueño" de su madre, de que ella le pertenezca.
Si tomamos esta teoría y nos referimos a la rueda astrológica, vamos encontrar una estrecha relación con las lecturas de la Casa 4 y su regente natural, la Luna (Cáncer), y la Casa 10 y su regente natural, Saturno (Capricornio). Las Casas 4 y 10 se sitúan en el zodíaco de manera diametralmente opuestas, a 180 grados de distancia la una de la otra. En consecuencia, también lo están los signos de Cáncer y Capricornio, relacionados por analogía a las Casas 4-10. Sus planetas regentes, Luna y Saturno, están en el exilio en el signo regido por el otro (la Luna está en exilio en Capricornio y Saturno está en exilio en Cáncer - y también en Leo). Cuando nos fijamos en los significados de ambas Casas, nos encontramos con que la Casa 4 y la Luna se refieren a nuestra infancia, a nuestra madre (la que hemos tenido y la que vamos ser), la nutrición (como hemos sido alimentados y cómo alimentaremos a los demás), al pasado, a las emociones, al lado femenino de cada uno de nosotros. Por otro lado, Saturno y la Casa 10 simbolizan las figuras de autoridad, la profesión, los líderes, la responsabilidad (las que recibimos de la vida y como nos responsabilizamos por las cosas), la estructura, los recursos, la provisión, la imagen pública, la reputación, la carrera. Así como la forma en que nos nutrieron en la infancia determina lo bueno o malo que seremos alimentando a los otros, el tipo de autoridad que vimos nuestro padre ejercer en nuestros primeros años de vida determinará la forma en que nos relacionaremos con las figuras de autoridad y con las responsabilidades en el futuro.
Volviendo a Lacan: según la teoría del psicoanálisis lacaniano, el vínculo del niño con la madre (Luna) es un vínculo fuerte e importante para la construcción de la personalidad individual, pero es un vínculo que puede impedir un desarrollo emocional adecuado si no se corta en el tiempo correcto de la maduración individual. La relación madre-hijo, según Freud (base de Lacan) es casi visceral: el niño, hasta cierta edad, cree que la madre es una extensión de su propio cuerpo, y sólo con la maduración física y de las funciones cognitivas puede entender que ella es un ser diferente a él. A medida que aumenta su consciencia de este hecho innegable, aumenta su sentido de pose hacia su genitora, entre otras cosas, por miedo a perder su fuente de seguridad: sin la la madre, el niño ve su existencia amenazada. Acá sería, según Lacan, cuando entra en escena la tan necesaria figura del padre, autoridad ajena a esta relación visceral (Saturno, Casa 10), que viene cortar este vínculo (Luna, Casa 4) para que tenga lugar un otro tipo de relación madre x hijo. La mera existencia del padre en la relación familiar muestra al niño que aquella mujer no es suya, y muestra a la madre que aquel ser no le pertenece. Al separar el hijo de la madre, permite que él crezca fuerte para salir al mundo en busca de una mujer que "sea como" mamá, pero que no sea ella, sino otra. Lacan elabora un poco más y dice que al ser el autor de este corte, que tiene lugar en un nivel inconsciente para todas las partes, el padre garantiza a la madre también un lugar de mujer y esposa, sin dejar que ella se limite únicamente a la función materna.
Podríamos decir entonces que el eje 4-10 (padre - madre / la vida social - la vida privada) de la carta fundan nuestra existencia como seres humanos, es decir, sostienen el eje 1-7 (yo - el otro). Será a partir de lo que recibamos en nuestra Casa 4 que seremos más o menos capaces de construir una Casa 10 exitosa y bien estructurada. Será de acuerdo con lo que recibimos física y emocionalmente en nuestro primer hogar, en nuestra infancia, que seremos más o menos capaces en lo que respecta a la vida social y profesional.
Tan determinante cómo todo esto pueda ser en la personalidad del ser humano, las relaciones en la carta entre Sol / Luna / Saturno ayudarán a identificar claramente qué tipos de relaciones con el padre y la madre el sujeto vivió en su niñez, y cómo ello afectó a su personalidad.
Debido a la disparidad entre sus energías, Saturno no funciona bien en ningún aspecto con el Sol o con la Luna. Los aspectos podrán ser más maleables y fáciles de administrar si son fluidos (trígono o sextil), sin embargo, aún así no serán afines, lo que siempre va a generar un cierto malestar en la manifestación de la energía, por exceso o ausencia. Un Saturno bien posicionado en la carta por signo y / o casa, sin aspectos tensos con los luminares (Sol o Luna) garantiza una buena relación con las autoridades en la edad adulta, y tiende a favorecer una actitud responsable hacia los diferentes ámbitos de la vida del sujeto (especialmente para los asuntos de la casa en la cual se encuentra y la que rige). Ya en aspectos tensos con Sol o Luna, o en sus signos de caída / exilio (Cáncer, Aries o Leo), Saturno se pone de manifiesto, a menudo, como una dificultad en aceptar la autoridad, dificultad para imponerse, para evaluar qué responsabilidad le concierne a uno en diferentes situaciones (Saturno / Sol), o como una madre fría, ausente o sobreprotectora (Saturno / Luna), lo que tiende a generar una respuesta de auto-protección emocional, entre otras manifestaciones.
Teniendo en cuenta todo esto, debemos preguntarnos: ¿qué funciona mejor para la formación de la personalidad? ¿Un padre permisivo, generoso, participativo o un padre educativo, riguroso, estricto y justo? La verdad es que ambos son necesarios para la creación de un ser humano en equilibrio. Si pensamos que en la rueda zodiacal Júpiter (regente de Sagitario y de la Casa 9) viene antes de Saturno (regente de Capricornio y de la Casa 10), se puede inferir que antes de tener Saturno (es decir, el rigor, la responsabilidad, la estructura) debemos tener Júpiter (la generosidad, el juego, la flexibilidad). Por otro lado, es solo estando de pose de los límites, con principios y valores internos bien estructurados, que nos podemos relajar, sin caer en excesos de permisividad o rigor. Por lo tanto, propongo que pensemos en Saturno como algo que ocurre antes de Júpiter: cuando, en el curso de nuestro desarrollo, viviendo nuestra casa 4, antes de pasarnos a la Casa 5 (citas, creaciones y placeres), recibimos un corte enviado desde "los cielos" (Casa 10) directo sobre uno, en nuestra Casa 4 y en nuestra relación con nuestras madres. Recibimos este corte que nos define, nos determina, y nos libera para el próximo paso. Sin este corte, nos quedaríamos estancados en aquella edad psicológica, en aquella relación, sin ser capaces de avanzar a la siguiente etapa. Sin esta "quiebra" en nuestra primera infancia, todo lo siguiente no sería posible. Y sólo se puede ser generoso sin ser anárquico cuando hay una base de conocimientos, un trasfondo de principios y valores morales, de leyes, que nos permiten relajarnos, sin incurrir en la pérdida de control. Así, con una buena base de Saturno, seamos todo el Júpiter que queramos ser.
Saturno e a Figura Paterna
Hoje em dia Pai é retratado em todas as propagandas de televisão como aquele homem parceiro, amigo dos filhos, que brinca, participa, ri junto, cresce junto. Mas essa é uma representação recente da figura paterna. Nem sempre foi assim. Ao longo de quase todo o século XX, a imagem do pai esteve associada a provisão financeira, estrutura, limite, rigor. O pai era aquele que não era questionado, que era obedecido, que saía pela manhã para trabalhar e voltava a noite, quando a casa e os filhos haviam sido cuidados durante todo o dia pela mãe. A mãe cuidava, o pai estabelecia limites. Quem nunca ouviu (e temeu) a frase: “Se você não me obedecer, vou contar pro seu pai!”?
Pai sempre esteve associado também, e ainda está, à reputação: ao nascer como “filho de” recebemos um sobrenome, o do nosso pai, e tudo que com ele venha, tudo o que houver sido construído por aquele clã, materialmente ou não. Não é coincidência que até recentemente era o pai quem obrigatoriamente registrava o filho em cartório: era a sua palavra que atestava a paternidade da criança. A maternidade nunca se discutiu, sempre foi óbvia com a gravidez e com o parto, mas a paternidade sempre foi passível de discussão. Aí também encontramos outra associação à questão da figura paterna: é algo externo à gente. Com a mãe, há uma relação visceral em muitos sentidos: nascemos dela, somos fruto do seu corpo. Já em relação à paternidade, até o recente advento DNA, não havia comprovação possível mais que os traços fisionômicos do indivíduo, e a palavra da mãe.
De alguma maneira, o pai sempre esteve também associado direta ou indiretamente a poder: ao nos dar um sobrenome, ele determina que papel teremos no mundo e, consequentemente, que poder teremos ou não sobre ele, que posição social ocuparemos. No passado, isso determinava se éramos senhores feudais ou escravos, aristocratas ou plebeus. E hoje não é muito diferente: há sobrenomes que por si só abrem muitas portas, e outros que fecham.
Com o sobrenome do pai vinha - e vem - uma serie de adjetivos e condições de vida que precisam ser respeitadas por aquele que o recebe, por aquele que nasce sob aquele “destino”. E aqui encontramos outro significado para a figura paterna, relacionada a hereditariedade, aos laços de consangüinidade: o destino. Segundo o pai que temos, também temos predeterminados na esfera social e política o nosso destino.
Todas as palavras tão ampla e largamente associadas a figura paterna ao longo de décadas - autoridade, futuro, destino, reputação, lugar social, segurança, estrutura, provisão, rigorosidade, lei - são também palavras associadas na Astrologia a Saturno / Capricórnio, e se relacionam de imediato com os significados representados pela Casa 10 no mapa. Foi só no final do Século XX, início do Século XXI que nos encontramos com uma representação social mais amigável, generosa, participativa, eqüitativa para a figura paterna. Uma figura, em termos astrológicos, mais... Jupiteriana.
Foi só em meados do Século XX, quando a Psicologia e suas diversas escolas começaram a ganhar força na Europa e Américas, que as relações familiares e seu impacto na constituição da personalidade do indivíduo começaram a fazer parte do interesse da maioria. Com a inserção da Psicologia como uma nova disciplina em nosso cotidiano, autores como Freud e Lacan começaram a observar e explicar a relação com a figura paterna sob diversos ângulos, identificando indicativos de sua influência sobre a natureza de cada um. Lacan, elaborando leituras de Freud, descreveu o pai, principalmente, como aquele indivíduo que aparta o filho da mãe, que coloca uma barreira ao desejo inconsciente materno de que o filho seja seu, e impondo também uma barreira ao desejo inconsciente do filho de ser “seu dono”, de “possui-la”.
Se tomamos esta teoria e nos referimos à roda astrológica, encontramos uma relação estreita com as leituras da casa 4 e seu regente natural, a Lua (Câncer), e a casa 10 e seu regente natural, Saturno (Capricórnio). As casas 4 e 10 estão posicionadas no zodíaco de maneira diametralmente opostas, a 180 graus de distância uma da outra. Consequentemente, também o estão os signos Câncer e Capricórnio, relacionados por analogia as casas 4 e 10. Seus planetas regentes, Lua e Saturno, se encontram em exílio no signo regido pelo outro (a Lua se exila em Capricórnio e Saturno se exila em Câncer - e também em Leão). Quando olhamos os significados de ambas as casas, encontramos que a casa 4 e a Lua se referem à nossa primeira infância, à nossa mãe (a que tivemos e a que seremos), à nutrição (como fomos alimentados, de que nos alimentamos e como alimentaremos), ao passado, às emoções, ao lado feminino de cada um de nós. Por outro lado, Saturno e a casa 10 simbolizam figuras de autoridade, profissão, chefes, responsabilidade (as que recebemos da vida e como nos responsabilizamos pelas coisas), estrutura, recursos, provisão, imagem pública, reputação, carreira. Assim como a maneira como fomos nutridos em nossa infância determinará quão bons seremos nutrindo os demais, também o tipo de autoridade que tivemos de nosso pai nos primeiros anos de nossa vida determinará como nos relacionaremos com as figuras de autoridade e responsabilidades no futuro.
Voltando a Lacan: segundo a teoria da psicanálise lacaniana, o vínculo do filho com a mãe (Lua) é um vínculo forte e importante para a construção da personalidade individual, mas é um vínculo que pode impedir o crescimento do indivíduo se não for cortado no momento certo da maturação individual. A relação mãe x filho, segundo Freud (base de Lacan) é uma relação quase visceral: o filho acredita até determinada idade que a mãe é uma extensão do seu próprio corpo, e é só com o amadurecimento físico e das funções cognitivas que vai entendendo que ela é um ser diferente a ele. Na medida em que aumenta a sua consciência desse fato incontestável, aumenta também seu sentimento de posse em relação a sua progenitora, entre outras coisas, por medo de que lhe falte sua fonte de segurança: sem a mãe sua própria existência está ameaçada. Aqui seria, segundo Lacan, quando entra em cena a tão necessária figura do pai, autoridade externa à essa relação visceral (Saturno, casa 10) que vem cortar esse vínculo (Lua, casa 4) para que tenha lugar um outro tipo de relação mãe x filho. A simples existência do pai na relação familiar mostra ao filho que aquela mulher não é sua, e mostra à mãe que aquele ser não lhe pertence. “Separando” o filho da mãe, permite que o filho possa crescer fortalecido e sair ao mundo em busca de uma mulher que “seja como” mamãe, mas que não seja ela, que seja outra. Lacan elabora um pouco mais e diz que ao ser autor desse corte, que se dá a nível inconsciente para todas as partes, o pai está garantindo ainda à mãe um lugar de mulher, de esposa, sem deixá-la circunscrita exclusivamente à função materna.
Poderíamos dizer, então, que o eixo 4-10 (pai - mãe / vida social - vida privada) do mapa fundam a nossa existência como seres humanos, ou seja, sustentam o eixo 1-7 (eu - o outro). Será a partir do que recebermos e vivermos em nossa casa 4 que seremos mais ou menos capazes de construir uma casa 10 bem sucedida, bem estruturada. Será de acordo com o que recebermos física e emocionalmente em nosso primeiro lar, em nossa primeira infância, que seremos mais ou menos capazes no que respeita à vida social e profissional.
Tão determinante como tudo isso possa ser na personalidade do ser humano, as relações no mapa entre Sol / Lua / Saturno ajudarão a identificar claramente que tipos de relações com o pai e com a mãe o nativo vivenciou em sua primeira infância, e como isso afetou sua personalidade.
Em função da disparidade entre suas energias, Saturno não funciona bem em nenhum aspecto com o Sol ou com a Lua. Os aspectos poderão ser mais maleáveis e fáceis de administrar se forem fluidos (trígonos ou sextis), mas ainda assim não serão afins, o que sempre gerará algum desconforto na manifestação da energia, excesso ou ausência. Um Saturno bem posicionado no mapa por signo e / ou por casa, sem aspectos tensos com os luminares (Sol ou Lua) garantem uma boa relação com as autoridades na vida adulta, e costuma favorecer uma atitude responsável em relação às diversas áreas da vida do nativo (especialmente em relação a casa da qual seja o regente / se localize). Já em aspectos tensos com o Sol ou Lua, ou em seus signos de queda / exílio (Câncer, Aries ou Leão), Saturno se manifestará, muitas vezes, como uma dificuldade para aceitar autoridade, dificuldade para se impor, dificuldade para avaliar qual a responsabilidade que nos corresponde nas diferentes situações (Saturno / Sol), ou como uma mãe fria, ausente ou superprotetora (Saturno / Lua), o que tende a gerar no indivíduo uma resposta de auto proteção emocional, entre outros tipos de manifestações.
Diante de tudo isso, cabe a pergunta: o que funciona melhor na formação da personalidade individual? Um pai permissivo, generoso, participativo ou um pai educativo, rigoroso, restrito e justo? A verdade é que ambos são necessários para a criação de um ser humano em equilíbrio. Se pensarmos que na roda zodiacal Jupiter (regente de Sagitário e da Casa 9) vem antes de Saturno (regente de Capricórnio e da Casa 10), poderíamos inferir que antes de ter Saturno (ou seja, rigor, responsabilidade, estrutura) deveríamos ter Jupiter (generosidade, flexibilidade, maleabilidade). Por outro lado, é só estando de posse de limites, princípios e valores internos bem estruturados que seremos capazes de flexibiliza-los, sem cair em excessos de permissividade ou de rigor. Assim, proponho a que pensemos em Saturno como algo que ocorre antes de Jupiter: quando estamos, no curso de nosso desenvolvimento, vivendo nossa casa 4, antes de passarmos a Casa 5 (namoros, criações e prazeres), recebemos um corte proferido desde “os céus” (casa 10) direto sobre a gente, em nossa casa 4 e na relação com nossas mães. Recebemos esse corte que define, determina e nos libera para outra etapa. Sem esse corte, ficaríamos estancados naquela idade psicológica, naquela relação, sem sermos capazes de avançar para a etapa seguinte. Sem essa “quebra” na nossa primeira infância, todo o seguinte não seria possível. E só é possível ser generoso sem ser anárquico quando ha um conhecimento de base, de princípios e valores morais, de leis, que nos permitam relaxar sem incorrer na perda de controle. Portanto, com um bom Saturno de base, sejamos todo o Jupiter que queiramos ser.
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