Mucha cosa se dijo por ocasión del Mundial respeto a las posibilidades de victoria de cada equipo. Leí astrólogos haciendo previsiones exactas si este o aquel equipo ganaría o perdería un partido importante, debido a la posición del planeta "x" en tal signo, o por el transito del planeta "z" sobre el planeta "x". Previsiones interesantes, que no necesariamente se concretaron en la cancha.
Eso me hizo acordar las veces que yo, como estudiante de astrología y cliente, fui para que me hicieran previsiones para el año, revolución, progresiones, y salí de la consulta con un montonazo de expectativas para luego descubrir que no necesariamente ellas se concretaban. Es más: muchas veces para descubrir que pocas de ellas se concretaban. Si los tránsitos eran "buenos", eso me frustraba, obvio, al final, el astrologo me dijo que iban a pasar cosas buenas que no pasaron. Si los tránsitos eran "malos", mejor, porque zafé de unos malos ratos.
El tiempo y la experiencia me enseñaron que no funciona así. Muchas veces recibo clientes que, cuando les leo un tránsito, me preguntan: "¿eso es bueno o malo?". Mi respuesta es siempre la misma: "depende para que, y para quien, según lo que deseas vos". Esa no es una respuesta muy "comercial", ya que la mayoría de los clientes espera salir de la consulta con una guía de todos los eventos del próximo año, y se frustran cuando salen con tendencias, que se darán o no, en mayor o menor intensidad, según aquello a lo que se proponga uno.
Entre mis libros encontré “Astrología Predictiva”, de Eloy R. Dumon, con un texto muy interesante acerca de los tránsitos, que quiero compartir con uds. Dice:
"Los tránsitos, por sí mismos, en realidad no producen ni buenos ni malos acontecimientos; indican la manifestación de ciertas energías que coinciden con circunstancias o situaciones agradables o desagradables que tendremos que vivir o enfrentar en determinados momentos de nuestras vidas. Pero si el transito resultará para bien o para mal, depende de nuestra hechura interna. Nuestras fortalezas íntimas o diversas capacidades personales pueden derrotar las influencias negativas y, por el contrario, nuestras debilidades pueden perjudicar o hacer mal uso de las bondades de un tránsito positivo.”
Y sigue:
"Como seres humanos en desarrollo, no estamos realmente a merced de las fuerzas externas; nosotros estamos permanentemente creando las condiciones o circunstancias que necesitamos o que merecemos. En este contexto, acostumbramos decir que 'fulano de tal tuvo un accidente', pero lo más apropiado sería decir 'hizo que le ocurriera un accidente'."
Dumón dice que si bien ciertos tránsitos pueden relacionarse con accidentes, no siempre es necesario que aquellos se manifiesten en este sentido. Una enfermedad o acontecimiento desgraciado, a menudo sugiere que la persona no ha encarado como debería algo en su vida y la única manera de poder hacer que uno lo encare es 'sacarlo afuera', a la realidad externa, simbólicamente, es a través de un suceso doloroso. Del mismo modo, aquello que no podemos enfrentar de nosotros mismos lo vemos reflejado en la gente por la que sentimos antipatía o aversión, así como lo que no podemos encontrar en nosotros mismos, lo vemos reflejado en aquello a quienes amamos.
La visión de Dumón, que comparto, es que los tránsitos “difíciles” tienen que ver con un proceso purificador y no necesariamente destructivo, siempre y cuando se cambie de dirección, pero muchas veces tratamos de aferrarnos con tenacidad a nuestros hábitos negativos y, en este sentido, estos tránsitos "producen" conflictos relacionados con la expresión del planeta natal, obligándonos a desarrollar nuevos modos de expresión en sintonía con la energía del planeta en tránsito, según la casa en donde este. Por ejemplo, un tránsito de Urano por el ascendente nos pide, entre otras cosas, un cambio radical de conducta que, si no se da voluntariamente, puede ser exigida por un evento externo, con la manifestación, por ejemplo, de una enfermedad en el cuerpo que exija que cambiemos nuestra conducta a causa de prevenir su avance. Pero la enfermedad en sí misma no está predeterminada, tampoco la manera como la percibiremos. Si producimos el cambio voluntariamente y la enfermedad ocurre, por ejemplo, es probable que no nos sea tan difícil vivirla como sería si tuviéramos que cambiar a causa de ella.
En cambio, los tránsitos “fáciles” (como sextiles, trígonos y algunas conjunciones) proporcionan un estado de confianza interna, seguridad y estimulo necesario para seguir con nuestro desarrollo, sin esfuerzos o tensiones. Sin embargo, estos tránsitos pueden hacernos más "vagos" para lidiar con obstáculos y crisis, y no ponen a prueba nuestros puntos débiles. Es más: los pueden reforzar. Porque en estos tránsitos nos podemos resistir a la acción y a los cambios, muchas veces necesarios, los tránsitos “fáciles” pueden resultar más dañinos que los tránsitos “difíciles”. Uno se puede volver más pesado o cómodo, hasta ser sacudido por el próximo transito “difícil” de estos dos planetas en contacto.
Entendamos que todos los procesos de la vida, como la vida misma, tienen inicio, culminación y fin. Los tránsitos nada más indican que etapa de estos procesos estamos viviendo, y cuál sería la mejor manera de sobrepasarlos.
En lugar de poner en lo que está afuera la responsabilidad de lo que nos pasa, de lo que vivimos, hagámonos cargo de nuestras vidas. Nadie posee el poder de generar un acontecimiento bueno o malo más que uno mismo. Un astrologo lee tendencias escritas en el cielo, que indican circunstancias favorables o desfavorables para que el sujeto cree su destino según su deseo, pero ni el cielo, ni los planetas, ni el astrologo tiene el poder de generar ese destino. ¡Solo uno mismo lo puede hacer! ¡Y es eso lo que hace la vida tan interesante! Si todo ya estuviera escrito por algo o alguien en algún lado, ¡que aburrido…! Los planetas indican culminaciones de situaciones en curso, inicios, finales, que pueden ser vividos de otra manera si se actúa en consonancia con el transito. Los cambios que nos piden los tránsitos pueden ser realizados voluntaria o compulsoriamente. Como se lo hará, depende de uno.
Y esta es la grande magia de la vida: ¡el poder de crear y recrear constantemente la propia historia!
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