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domingo, 5 de setembro de 2010

¿Qué tanto de la carta nos define a nosotros?

¿Qué es que nos define como personas? ¿Cuánto de la carta determina nuestra personalidad, nuestro futuro? Siempre que veo una película basada en hechos reales, que cuenta la historia de alguien que supero sus propias dificultades personales, dificultades impuestas por la vida, y que transformó su propia historia, busco la carta de esta persona en la web. Difícilmente encuentro la hora de nacimiento de eses personajes históricos, pero día, mes, año y lugar están disponibles la mayoría de las veces. Y los ejemplos no son pocos: Wladyslaw Szpilman, de El Pianista; John Nash, de Una Mente Brillante; Chris Gardner, de En Busca de la Felicidad; o Nelson Mandela de Invictus, son personas que superaron sus propias limitaciones o las dificultades que les fueron impuestas por la vida, y construyeron su propia historia, algunas veces con los recursos que tenían disponibles, otras sin ningún recurso más que las ganas, y los crearon. Busco similitudes entre esas cartas, trato de encontrar patrones, y lo único que encuentro es que son personas de distintos signos, con distintos planetas en evidencia en la carta (sea porque se encuentran bien posicionados o tan mal posicionados que llaman la atención), y ningún patrón. Entonces, ¿de qué manera la carta determina lo que somos y lo que hacemos de nuestras vidas?

No es raro escuchar de clientes que sus cartas son difíciles y que, por eso, sienten sus vidas perjudicadas. Generalmente se refieren a cartas con muchas cuadraturas u oposiciones. Las cuadraturas (distancia de 90 grados entre planetas) suelen manifestarse como dificultades externas, de la propia vida, impuestas al sujeto. Son obstáculos, frustraciones con las cuales la persona se tiene que enfrentar. A nivel psicológico, son energías disonantes, difíciles de ser integradas: o funciona una cosa, u otra. Falta el equilibrio. La oposición (distancia de 180 grados entre planetas), por su vez, suele indicar no solamente un mal uso de la energía de los planetas involucrados, como también puede ser difícil para o proprio individuo reconocerla como suya: suele ser proyectada. “las personas con quienes me relaciono siempre actúan así”, o “son así conmigo”. Los dos planetas “hablan” igualmente fuerte, muchas veces al mismo tiempo, y la persona vive eso en el conflicto con otros, de manera que les resulta difícil integrar aquella energía como parte de su personalidad. Puede fallar el sentido de auto-responsabilidad del individuo en aquel conflicto. Los trígonos (distancia de 120 grados entre planetas) son generalmente envidiados: “¡qué fácil es la vida de las personas que nacen con muchos trígonos en la carta!” es la frase más comúnmente escuchada respeto a eses aspectos.
Pasa que, en la práctica, lo que vemos no es eso. Personas con la carta llena de trígonos no necesariamente funcionan mejor psicológica y socialmente que aquellas con cartas llenas de cuadraturas u oposiciones: ellas tan solamente no se incomodan con la manera cómo funcionan, y por eso, no sienten la necesidad de cambiar. Si bien es verdad que sus vidas pueden ser llenas de supuestas facilidades, tales facilidades pueden terminar derrochadas si la persona nunca se vio obligada, por ejemplo, a luchar por aquello que tiene.

Como seres humanos, solo el conflicto nos mueve hacia el cambio. Son en los tropiezos que nos volvemos mayores y mejores. Necesitamos sentirnos incomodados para buscar una salida, asumir una postura, definir una forma de ser, para buscar algo más. En Psicología decimos que lo que nos mueve es el deseo por aquello que no tenemos, por aquello que nos falta. En la carta, identificamos en los aspectos inarmónicos la falta y, así, el deseo, mientras en los aspectos armónicos identificamos la ausencia de deseo, porque allí, generalmente, no hay falta. Si bien es cierto que los aspectos inarmónicos indican tensión, es igualmente verdadero que necesitamos una cierta cantidad de tensión para vivir.

Si es que es posible encontrar un patrón en las cartas de personas que se superaron, en las cartas de los “victoriosos de la vida”, yo diría que el único patrón que encuentro son las limitaciones, las imposiciones externas e internas que hicieron que tales personas buscaran una solución alternativa, o un camino opcional, y no dejaron que ellas se acomodaran en lo que deberían ser o aceptar. Son cartas con muchos aspectos inarmónicos que fueron bien utilizados, porque para lograr el éxito, se necesita una buena dosis de deseo por algo. Y fue ese deseo, esa insatisfacción que los movió y hizo que lucharan por más.

Con el objetivo de dar un ejemplo entre tantos, tomemos a Nelson Mandela, promotor de una importante transformación en Sudáfrica, cuya carta presenta Urano en Acuario (domiciliado por signo), pero retrógrado. Podríamos, a primera vista, mirar una carta con Urano retrógrado y pensar que aquella persona, por su intenso deseo de libertad personal, podría querer dominar otros. Y podría, ya que este es uno de los muchos significados posibles para Urano retrogrado. A pesar de eso, creo que todavía no conocimos en la historia a alguien que haya luchado más por la libertad individual de su nación como Nelson Mandela. Él no solamente nunca se sintió restringido en su libertad como luchó por el derecho a lo diferente y por la libertad de todos, igualmente. Y ese es un ejemplo claro de que no estamos determinados por nuestras cartas, y ni siquiera por la simbología de los signos.
Los ejemplos para estudio son muchos, y las cartas muy interesantes, pero el objetivo de esta nota no é discurrir sobre las cartas de esas personas, pero sí preguntar de que manera y hasta donde nuestra carta nos define. ¿Qué es lo que nos hace lo que somos? ¿Qué poder de decisión tiene la carta sobre nuestra personalidad, sobre aquello que somos y sobre aquello que podemos ser?

En Biología se dice que nosotros, los seres humanos, tenemos una base, un “desde donde”, pero no tenemos un techo, un “hasta donde”, en lo que se refiere a lo que podemos ser (acá salvaguardamos obviamente las discapacidades mentales y las fallas genéticas). Sabemos, aún, que somos resultado de nuestras experiencias. Si bien la carga genética de cada uno es importante, que de esta carga será desarrollado y que permanecerá latente, será definido por la experiencia de cada uno. De ahí que ni los gemelos idénticos son idénticos en sus personalidades. Actualmente se sabe, inclusive, que el cerebro es un órgano que se adapta a la experiencia, que se va formando según lo que vivimos, activando algunas partes, desactivando gradualmente otras. Respondemos a nuestra experiencia.

Entonces, pensemos en la carta como un conjunto de posibilidades. Cada planeta en cada signo, en cada casa, cada aspecto, indica una tendencia, un conjunto de posibilidades, que podemos vivir en el nivel más bajo o en el nivel más elevado, según nuestro deseo y esfuerzos. No pensemos en limitación de capacidades; pensemos en construcción de posibilidades. Recibimos del cosmos una manera de reaccionar ante el dolor ajeno, que (si indicada por una luna en piscis en la carta) puede ser vivida desde la compasión seguida por una acción constructiva para minimizar tal dolor, hasta la identificación absoluta con el dolor del otro, que nos paraliza e impide de actuar. ¿Cómo queremos vivir nuestra carta?

Como en Biología, la carta es un conjunto de posibilidades que nos es dado, con una base, sin un techo. Conozcamos nuestra carta y definamos como la queremos vivir.

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